Artículo escrito por: A PASO FIRME
Lo sucedido a partir del 18 de
octubre 2019 marca un antes y un después en la relación del pueblo, respecto de
los políticos que intentan dirigir los destinos de nuestro país, en efecto, hace
ya varios años que la clase política viene entregando señales erráticas de su proceder,
a mi entender sucede porque no han comprendido el rol que tienen en una sociedad
que viene cambiando día a día, no hablaré de evolución, porque los hechos hablan
más bien de un proceso social involutivo.
Recordando la historia reciente
Cuando asumió el presidente
Patricio Aylwin (Q.E.P.D.) el 11 de marzo de 1990, había expectativas muy altas
respecto de lo que se esperaba fuera su gobierno, uno que sería de transición
hacia una democracia que nos prometía mucho en términos de justicia social, que
continuara el camino del crecimiento sostenido y que permitiera una inserción y
apertura a un mundo que también venía transformándose en uno global y del cual
también queríamos formar parte. No hay duda de que desde el punto de vista de
la transición fue un ejemplo al mundo, jamás en la historia se había observado
un proceso igual donde el poder militar cedía al poder civil el control de la
nación, en un proceso plebiscitario que así lo sentenció.
¿Qué nos sucedió durante y
después del periodo presidencial del presidente Aylwin?, Hay que recordar que
no fueron pocas las voces que pidieron extender su mandato de 4 años a uno de 6
e incluso 8 años, sin embargo, ya sabemos que aquello no prosperó, siendo quizá
el primer punto de inflexión que debimos atender y sobre el cual debimos
reflexionar más en profundidad, esto conforme iban sucediendo las cosas en el
país. Este repaso somero, simple y sin más detalles es para poner en contexto a
aquellos que hoy tendrían entre 24 y 25 años, es decir, nacieron durante el
siguiente período presidencial que correspondió a Eduardo Frei R-T, son
justamente “ciudadanos” de esta generación la que vemos en las calles causando
destrozos, vandalizando y generando terror, no todos por supuesto, pero son principalmente
de este grupo etario.
Cuando asumió Eduardo Frei R-T. ya
habían retornado al país muchos de los exiliados políticos que hoy vemos
convertidos en flamantes demócratas que ocupan cargos de representación pública
y otros puestos en la política, una generación que fue expulsada tanto por la
expresión de sus ideas como por sus actos en los años del régimen militar, no
regresaron gratis al país, lo hicieron acompañados de beneficios que les otorgó
la comisión Rettig, indemnizaciones como exonerados políticos y otros
beneficios para la inserción que hasta hoy reciben. Aquí es cuando comienza
parte de nuestro desastre, porque comenzaron a firmarse solicitudes a diestra y
siniestra, todo servía para apaciguar con dinero a quiénes efectivamente habían
sido afectados y otra cantidad no menor de aprovechadores y sinvergüenza que
fueron incentivados y avalados por políticos sedientos de venganza y revancha.
Pagaríamos todos con cargo a las arcas fiscales, los beneficios de su retorno.
Al mismo tiempo que lo anterior
sucedía, comenzaban a infiltrarse en el aparato estatal una cantidad no menor
de supuestos “trabajadores” que más bien eran operadores políticos al servicio de una
ideología, la que buscaba a través del éxito económico que alcanzaba el país,
hacerse de cuanto recurso se generaba en el presupuesto de la nación para
utilizarlo en causas propias, muy alejadas de las necesidades que la gente
esperaba fueran satisfaciéndose en el tan ansiado retorno a la democracia, no
nos confundamos en esto porque resulta clave para comprender el mensaje del
estallido social del 18 de octubre 2019: “no se trata de $30 en el aumento de la tarifa
del transporte público, se trata de 30 años de abusos.”
30 años de abusos, ¿de quién?
Unos han querido situarlo exclusivamente
en el abuso de privados, donde por cierto hemos sido testigos de colusión con
efectos millonarios sobre sus utilidades, en desmedro de la gente que consume
sus productos y que conforme se ha ido “perfeccionando” los sistemas de
control, éstos han ido disminuyendo y generando con ello principalmente ingresos en beneficio fiscal,
en principio irrisorios y luego algo más suculentos y en concordancia con el
daño generado, por supuesto que no es posible aceptar que los delitos de cuello y corbata se paguen con clases de ética, claramente aún podemos hacer más y generar más herramientas e
instrumentos de control efectivo para evitar que continúen sucediendo. Sin
embargo y con todo lo anterior, la colusión de los privados ha sido para
obtener más de la gente, sin tocar las arcas fiscales, no pretendo con esto justificar
el aprovechamiento, pero es muy distinto que un privado se aproveche de los
recursos de la gente a que un político se aproveche de los recursos del Estado,
entendiendo que el Estado somos todos nosotros.
Otros han sido algo más objetivos
y dieron cuenta de los abusos de estos operadores políticos que se insertaron
en nuestro escenario democrático, en efecto ya desde Frei, luego con Lagos y
doblemente con Bachelet, es a mi juicio donde se encuentra el mayor daño social
que explica estos 30 años, numerosos y sabidos son todos los escándalos de
corrupción sucedidos durante los gobiernos de la concertación y luego por qué
no reconocerlo, también durante los gobiernos de Piñera; porque la crítica constante
a la educación, transporte y la salud por nombrar 3 áreas relevantes con
problemas estructurales no resueltos, son justamente la falta de recursos
suficientes para implementar las mejoras que permitan un acceso oportuno y de
calidad a ambos, hecho para el cual cada uno de los gobiernos a partir de Frei,
ha sido totalmente incapaz de enfrentar. Nunca han sido suficientes los
recursos para tener más y mejores hospitales y escuelas públicas, a pesar de
que se han inyectado recursos estratosféricos en el presupuesto de la nación
para hacerles frente a lo largo de estos 30 años, entonces ¿Dónde fue a parar
todo ese dinero? Claramente mucho de ello se fue diluyendo en políticos
corruptos que cual experto veterinario o nos han ido vacunando o nos han cortado
la cola, llegando al final de la cadena con recursos que claramente son
insuficientes para implementar una educación, transporte y salud eficientes,
oportuna y de calidad. Es así como hemos observado que los partidos políticos
crearon áreas de interés por los cuales velarían, nada más lejos de la
realidad, porque lo que hicieron es justamente dividirse la torta en pedazos
equivalentes, de manera tal que cada uno controlara sectores o áreas en las que
el Estado inyecta recursos para lograr el desarrollo del país, así se
repartieron Obras públicas, Vivienda, Educación, Salud, Transporte, etc. Detrás
de cada una de éstas y otras áreas de interés social, está un partido político
en particular, con su grupo de “expertos” que administra los recursos que el
Estado recauda, ya sabemos con qué fin, porque han pasado 30 años y aún
aspiramos a ser algún día un país desarrollado, aún esperamos por un transporte
eficiente, una salud oportuna y una educación de calidad.
Lo sucedido a partir del 18 de
octubre 2019 no es casualidad, responde nítidamente a una situación de hartazgo
de la gente más postergada, por supuesto azuzada convenientemente por los mismos
operadores, agitadores y corruptos políticos que han logrado ocupar puestos de
representación pública, quiénes han seducido a los menos preparados para
convertirlos en su bandera de lucha y punta de lanza, con el pretexto de que es
tiempo que les sean cubiertas y satisfechas todas sus demandas sociales que los
han llevado a esa condición.
Nuestra actual constitución fue
creada en el marco de ideas muy claras respecto de lo político, donde el
presidente concentra muchísimo poder, en lo valórico es conservadora porque
pone el respeto a la familia y la vida como eje principal y en lo económico es principalmente
liberal, porque permite el emprendimiento y desarrollo de ideas que se regulan
por lo que demanda el mercado. Todo eso ha cambiado y hoy debemos entender que
se debe avanzar hacia un Estado donde el presidente ya no concentre tanto poder
y pueda ser evaluado permanentemente a través de un congreso unicameral, me
refiero que deberíamos evaluar el migrar de una república presidencialista a una
república parlamentaria, donde claramente podemos distinguir la figura del Jefe
de Estado y el Jefe de Gobierno, pero aquello sólo podemos lograrlo en la
medida que seamos capaces de escoger por experiencia y mérito a los mejores y
sólo a ellos, estableciendo requisitos que distan muchísimo de los básicos,
pobres y limitados que hoy tenemos. Respecto del número de parlamentarios, será
materia de verdaderos y probados expertos, no el conjunto de sátrapas que hoy
lo integran.
Lo sucedido a partir del 18 de
octubre 2019 no es casualidad y también responde a nuestra indiferencia y falta
de responsabilidad cívica en cada uno de los procesos eleccionarios que hemos
enfrentado, no sabemos elegir, no sabemos diferenciar la paja del trigo, no
sabemos discriminar entre un servidor público y otro que viene a servirse del
sistema, hemos identificado y definido a otro como el responsable de elegir,
olvidando por completo que no existe nadie más responsable que nosotros de lo
que nos sucede. Si tenemos políticos corruptos es porque no hemos sabido
denunciarlos a tiempo frente a la justicia, si permitimos que fueran elegidos
holgazanes, drogadictos y otra cantidad impresionante de parásitos para
representarnos en el congreso, es porque así lo hemos querido, si los
requisitos para elegirlos son básicos, es porque nosotros les hemos permitido
que así sea. Si les hemos permitido tener dietas estratosféricamente
millonarias, con beneficios que prácticamente nadie tiene en la empresa
privada, es porque nosotros lo hemos permitido. Si les permitimos celebrarse
entre ellos cada una de sus aberraciones, es porque nosotros no ejercemos como
corresponde nuestro rol. Cuando cambiamos de voto obligatorio a voto voluntario,
lo que se esperaba era madurez cívica, en el entendido que no es necesario
obligar a la gente a ejercer un rol que es fundamental para nuestro desarrollo,
clave para la supervivencia de nuestra democracia y vital para eliminar las
inequidades del sistema que nosotros hemos creado. No busque más al responsable
de esta debacle social, lo tiene frente a usted cada vez que se mira en un
espejo, no siga esperando que sean otros los que enmienden su error, aún
estamos a tiempo de corregir cada uno de nuestros errores generados a partir de
esta apatía cívica.
Lo profundamente lamentable de la
situación que vivimos a partir del 18 de octubre 2019, viene dado porque no es
posible identificar un liderazgo que se haga cargo de los daños que genera al país
este azote de delincuencia, vandalismo y terrorismo, no hay una cabeza que
identificar para plantear una tregua y sentarnos a conversar para resolverlo, no
existe nadie que hoy diga con fuerza y claridad meridianas que asume el
liderazgo de las masas y las llame a la calma mientras resolvemos esta
situación que cada día nos tiene más cerca de un enfrentamiento civil. En la otra
vereda tampoco se avizora un líder aglutinador, conciliador y capaz de generar
la pausa necesaria que nos permita recuperar la normalidad, la reapertura del
comercio, la recuperación del transporte público y más importante aún la
seguridad en el desplazamiento. Esta reflexión ha sido escrita el viernes 13 de
marzo de 2020, estamos a algo más de 1 mes para el plebiscito al que nos han
empujado a empellones, no sabemos si llegaremos a desarrollarlo con total y
completa normalidad, la polarización es total, las posiciones están cerradas,
cada uno en su trinchera y velando por su propio interés; no es así como
superaremos esto, cada día que pasa sin hacernos cargo, es un día que nos
acerca más a la pérdida total de nuestra democracia y eso sería letal.
Finalmente, reflexionar sobre las
aspiraciones sediciosas, enfermizas y delirantes de la clase política, aquella
que quiere hacernos creer que el mal está en otra parte, deslindando con ello
la responsabilidad de lo que nos ocurre. No puede ser que la misma clase
política que nos ha conducido a esto, sea la que pretenda corregir y generar
las condiciones para un nuevo pacto social, olvidando selectiva y
convenientemente que son ellos, a través de nuestra evidente apatía, los que
nos tienen en este atolladero, al borde de una guerra civil. Hoy los políticos
son EL problema, no son parte de la solución y no lo serán en tanto nosotros
sigamos permitiendo que sean tipos mediocres, ignorantes y con agenda propia,
los que quieran dirigir a una sociedad que cambió definitivamente para siempre;
estamos lejos de necesitar una democracia como la conocemos, hoy la gente se
representa a si misma y está en condiciones de exigir el equivalente por lo que
paga en sus impuestos y ofrece al país.
Quiero para terminar, recordar
las palabras de alguien a quién considero el último presidente decente que tuvo
Chile, Don Jorge Alessandri Rodríguez – “El paleta”, a quién tuve el honor de
conocer cuando era niño en mi casa de Ñuñoa, quién dijo clara y certera y
oportunamente: “Lucharé
porque se restablezca el viejo concepto que hizo grande a nuestro país; a la
vida pública se va a servir y no a buscar honores ni mucho menos beneficios”.
Cuando realmente le tomemos el peso a estas palabras, estaremos en condiciones
de comenzar a transitar por el camino que la inmensa mayoría del país queremos
y es que de verdad seamos una nación más justa, equitativa y feliz, recién ahí
podremos aspirar a ser el oasis de américa y el ejemplo de una nación que sea
observada con envidia en los confines del planeta.