viernes, 13 de marzo de 2020

DESCONEXIÓN TOTAL




Artículo escrito por: A PASO FIRME

    Lo sucedido a partir del 18 de octubre 2019 marca un antes y un después en la relación del pueblo, respecto de los políticos que intentan dirigir los destinos de nuestro país, en efecto, hace ya varios años que la clase política viene entregando señales erráticas de su proceder, a mi entender sucede porque no han comprendido el rol que tienen en una sociedad que viene cambiando día a día, no hablaré de evolución, porque los hechos hablan más bien de un proceso social involutivo.


Recordando la historia reciente

    Cuando asumió el presidente Patricio Aylwin (Q.E.P.D.) el 11 de marzo de 1990, había expectativas muy altas respecto de lo que se esperaba fuera su gobierno, uno que sería de transición hacia una democracia que nos prometía mucho en términos de justicia social, que continuara el camino del crecimiento sostenido y que permitiera una inserción y apertura a un mundo que también venía transformándose en uno global y del cual también queríamos formar parte. No hay duda de que desde el punto de vista de la transición fue un ejemplo al mundo, jamás en la historia se había observado un proceso igual donde el poder militar cedía al poder civil el control de la nación, en un proceso plebiscitario que así lo sentenció.

    ¿Qué nos sucedió durante y después del periodo presidencial del presidente Aylwin?, Hay que recordar que no fueron pocas las voces que pidieron extender su mandato de 4 años a uno de 6 e incluso 8 años, sin embargo, ya sabemos que aquello no prosperó, siendo quizá el primer punto de inflexión que debimos atender y sobre el cual debimos reflexionar más en profundidad, esto conforme iban sucediendo las cosas en el país. Este repaso somero, simple y sin más detalles es para poner en contexto a aquellos que hoy tendrían entre 24 y 25 años, es decir, nacieron durante el siguiente período presidencial que correspondió a Eduardo Frei R-T, son justamente “ciudadanos” de esta generación la que vemos en las calles causando destrozos, vandalizando y generando terror, no todos por supuesto, pero son principalmente de este grupo etario.

    Cuando asumió Eduardo Frei R-T. ya habían retornado al país muchos de los exiliados políticos que hoy vemos convertidos en flamantes demócratas que ocupan cargos de representación pública y otros puestos en la política, una generación que fue expulsada tanto por la expresión de sus ideas como por sus actos en los años del régimen militar, no regresaron gratis al país, lo hicieron acompañados de beneficios que les otorgó la comisión Rettig, indemnizaciones como exonerados políticos y otros beneficios para la inserción que hasta hoy reciben. Aquí es cuando comienza parte de nuestro desastre, porque comenzaron a firmarse solicitudes a diestra y siniestra, todo servía para apaciguar con dinero a quiénes efectivamente habían sido afectados y otra cantidad no menor de aprovechadores y sinvergüenza que fueron incentivados y avalados por políticos sedientos de venganza y revancha. Pagaríamos todos con cargo a las arcas fiscales, los beneficios de su retorno.

    Al mismo tiempo que lo anterior sucedía, comenzaban a infiltrarse en el aparato estatal una cantidad no menor de supuestos “trabajadores” que más bien eran operadores políticos al servicio de una ideología, la que buscaba a través del éxito económico que alcanzaba el país, hacerse de cuanto recurso se generaba en el presupuesto de la nación para utilizarlo en causas propias, muy alejadas de las necesidades que la gente esperaba fueran satisfaciéndose en el tan ansiado retorno a la democracia, no nos confundamos en esto porque resulta clave para comprender el mensaje del estallido social del 18 de octubre 2019:  “no se trata de $30 en el aumento de la tarifa del transporte público, se trata de 30 años de abusos.”

30 años de abusos, ¿de quién?

    Unos han querido situarlo exclusivamente en el abuso de privados, donde por cierto hemos sido testigos de colusión con efectos millonarios sobre sus utilidades, en desmedro de la gente que consume sus productos y que conforme se ha ido “perfeccionando” los sistemas de control, éstos han ido disminuyendo y generando con ello principalmente ingresos en beneficio fiscal, en principio irrisorios y luego algo más suculentos y en concordancia con el daño generado, por supuesto que no es posible aceptar que los delitos de cuello y corbata se paguen con clases de ética, claramente aún podemos hacer más y generar más herramientas e instrumentos de control efectivo para evitar que continúen sucediendo. Sin embargo y con todo lo anterior, la colusión de los privados ha sido para obtener más de la gente, sin tocar las arcas fiscales, no pretendo con esto justificar el aprovechamiento, pero es muy distinto que un privado se aproveche de los recursos de la gente a que un político se aproveche de los recursos del Estado, entendiendo que el Estado somos todos nosotros.

    Otros han sido algo más objetivos y dieron cuenta de los abusos de estos operadores políticos que se insertaron en nuestro escenario democrático, en efecto ya desde Frei, luego con Lagos y doblemente con Bachelet, es a mi juicio donde se encuentra el mayor daño social que explica estos 30 años, numerosos y sabidos son todos los escándalos de corrupción sucedidos durante los gobiernos de la concertación y luego por qué no reconocerlo, también durante los gobiernos de Piñera; porque la crítica constante a la educación, transporte y la salud por nombrar 3 áreas relevantes con problemas estructurales no resueltos, son justamente la falta de recursos suficientes para implementar las mejoras que permitan un acceso oportuno y de calidad a ambos, hecho para el cual cada uno de los gobiernos a partir de Frei, ha sido totalmente incapaz de enfrentar. Nunca han sido suficientes los recursos para tener más y mejores hospitales y escuelas públicas, a pesar de que se han inyectado recursos estratosféricos en el presupuesto de la nación para hacerles frente a lo largo de estos 30 años, entonces ¿Dónde fue a parar todo ese dinero? Claramente mucho de ello se fue diluyendo en políticos corruptos que cual experto veterinario o nos han ido vacunando o nos han cortado la cola, llegando al final de la cadena con recursos que claramente son insuficientes para implementar una educación, transporte y salud eficientes, oportuna y de calidad. Es así como hemos observado que los partidos políticos crearon áreas de interés por los cuales velarían, nada más lejos de la realidad, porque lo que hicieron es justamente dividirse la torta en pedazos equivalentes, de manera tal que cada uno controlara sectores o áreas en las que el Estado inyecta recursos para lograr el desarrollo del país, así se repartieron Obras públicas, Vivienda, Educación, Salud, Transporte, etc. Detrás de cada una de éstas y otras áreas de interés social, está un partido político en particular, con su grupo de “expertos” que administra los recursos que el Estado recauda, ya sabemos con qué fin, porque han pasado 30 años y aún aspiramos a ser algún día un país desarrollado, aún esperamos por un transporte eficiente, una salud oportuna y una educación de calidad.

    Lo sucedido a partir del 18 de octubre 2019 no es casualidad, responde nítidamente a una situación de hartazgo de la gente más postergada, por supuesto azuzada convenientemente por los mismos operadores, agitadores y corruptos políticos que han logrado ocupar puestos de representación pública, quiénes han seducido a los menos preparados para convertirlos en su bandera de lucha y punta de lanza, con el pretexto de que es tiempo que les sean cubiertas y satisfechas todas sus demandas sociales que los han llevado a esa condición.

    Nuestra actual constitución fue creada en el marco de ideas muy claras respecto de lo político, donde el presidente concentra muchísimo poder, en lo valórico es conservadora porque pone el respeto a la familia y la vida como eje principal y en lo económico es principalmente liberal, porque permite el emprendimiento y desarrollo de ideas que se regulan por lo que demanda el mercado. Todo eso ha cambiado y hoy debemos entender que se debe avanzar hacia un Estado donde el presidente ya no concentre tanto poder y pueda ser evaluado permanentemente a través de un congreso unicameral, me refiero que deberíamos evaluar el migrar de una república presidencialista a una república parlamentaria, donde claramente podemos distinguir la figura del Jefe de Estado y el Jefe de Gobierno, pero aquello sólo podemos lograrlo en la medida que seamos capaces de escoger por experiencia y mérito a los mejores y sólo a ellos, estableciendo requisitos que distan muchísimo de los básicos, pobres y limitados que hoy tenemos. Respecto del número de parlamentarios, será materia de verdaderos y probados expertos, no el conjunto de sátrapas que hoy lo integran.

    Lo sucedido a partir del 18 de octubre 2019 no es casualidad y también responde a nuestra indiferencia y falta de responsabilidad cívica en cada uno de los procesos eleccionarios que hemos enfrentado, no sabemos elegir, no sabemos diferenciar la paja del trigo, no sabemos discriminar entre un servidor público y otro que viene a servirse del sistema, hemos identificado y definido a otro como el responsable de elegir, olvidando por completo que no existe nadie más responsable que nosotros de lo que nos sucede. Si tenemos políticos corruptos es porque no hemos sabido denunciarlos a tiempo frente a la justicia, si permitimos que fueran elegidos holgazanes, drogadictos y otra cantidad impresionante de parásitos para representarnos en el congreso, es porque así lo hemos querido, si los requisitos para elegirlos son básicos, es porque nosotros les hemos permitido que así sea. Si les hemos permitido tener dietas estratosféricamente millonarias, con beneficios que prácticamente nadie tiene en la empresa privada, es porque nosotros lo hemos permitido. Si les permitimos celebrarse entre ellos cada una de sus aberraciones, es porque nosotros no ejercemos como corresponde nuestro rol. Cuando cambiamos de voto obligatorio a voto voluntario, lo que se esperaba era madurez cívica, en el entendido que no es necesario obligar a la gente a ejercer un rol que es fundamental para nuestro desarrollo, clave para la supervivencia de nuestra democracia y vital para eliminar las inequidades del sistema que nosotros hemos creado. No busque más al responsable de esta debacle social, lo tiene frente a usted cada vez que se mira en un espejo, no siga esperando que sean otros los que enmienden su error, aún estamos a tiempo de corregir cada uno de nuestros errores generados a partir de esta apatía cívica.

    Lo profundamente lamentable de la situación que vivimos a partir del 18 de octubre 2019, viene dado porque no es posible identificar un liderazgo que se haga cargo de los daños que genera al país este azote de delincuencia, vandalismo y terrorismo, no hay una cabeza que identificar para plantear una tregua y sentarnos a conversar para resolverlo, no existe nadie que hoy diga con fuerza y claridad meridianas que asume el liderazgo de las masas y las llame a la calma mientras resolvemos esta situación que cada día nos tiene más cerca de un enfrentamiento civil. En la otra vereda tampoco se avizora un líder aglutinador, conciliador y capaz de generar la pausa necesaria que nos permita recuperar la normalidad, la reapertura del comercio, la recuperación del transporte público y más importante aún la seguridad en el desplazamiento. Esta reflexión ha sido escrita el viernes 13 de marzo de 2020, estamos a algo más de 1 mes para el plebiscito al que nos han empujado a empellones, no sabemos si llegaremos a desarrollarlo con total y completa normalidad, la polarización es total, las posiciones están cerradas, cada uno en su trinchera y velando por su propio interés; no es así como superaremos esto, cada día que pasa sin hacernos cargo, es un día que nos acerca más a la pérdida total de nuestra democracia y eso sería letal.

    Finalmente, reflexionar sobre las aspiraciones sediciosas, enfermizas y delirantes de la clase política, aquella que quiere hacernos creer que el mal está en otra parte, deslindando con ello la responsabilidad de lo que nos ocurre. No puede ser que la misma clase política que nos ha conducido a esto, sea la que pretenda corregir y generar las condiciones para un nuevo pacto social, olvidando selectiva y convenientemente que son ellos, a través de nuestra evidente apatía, los que nos tienen en este atolladero, al borde de una guerra civil. Hoy los políticos son EL problema, no son parte de la solución y no lo serán en tanto nosotros sigamos permitiendo que sean tipos mediocres, ignorantes y con agenda propia, los que quieran dirigir a una sociedad que cambió definitivamente para siempre; estamos lejos de necesitar una democracia como la conocemos, hoy la gente se representa a si misma y está en condiciones de exigir el equivalente por lo que paga en sus impuestos y ofrece al país.

    Quiero para terminar, recordar las palabras de alguien a quién considero el último presidente decente que tuvo Chile, Don Jorge Alessandri Rodríguez – “El paleta”, a quién tuve el honor de conocer cuando era niño en mi casa de Ñuñoa, quién dijo clara y certera y oportunamente: “Lucharé porque se restablezca el viejo concepto que hizo grande a nuestro país; a la vida pública se va a servir y no a buscar honores ni mucho menos beneficios”. Cuando realmente le tomemos el peso a estas palabras, estaremos en condiciones de comenzar a transitar por el camino que la inmensa mayoría del país queremos y es que de verdad seamos una nación más justa, equitativa y feliz, recién ahí podremos aspirar a ser el oasis de américa y el ejemplo de una nación que sea observada con envidia en los confines del planeta.

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