La libertad es aquella característica que posee el Ser Humano para ejecutar o no algún acto o pensamiento y que está determinado exclusivamente por su voluntad, esa es para mí la definición más sencilla de libertad; cualquier otra cosa que incluya más condiciones la está limitando.
Vivir y formar parte de una sociedad implica asumir y aceptar ciertos sacrificios o simplemente aceptar que la libertad descrita anteriormente, ya está de alguna forma circunscrita a una serie de acuerdos implícitos o explícitos que la regulan en la forma de un Estado, a través primero de su constitución y luego de las leyes que determinan un modelo de conducta por el cual uno se "obliga" a regirse.
Hasta lo descrito en los 2 párrafos precedentes parece que hay bastantes certezas que podemos ejercer sin muchos inconvenientes nuestra libertad, en tanto hasta aquí pareciera que gozamos de bastantes libertades que de una forma u otra nos permiten hacer, no hacer, expresarnos o no expresarnos, pensar en una cosa u otra sin arriesgar por ello nuestra libertad física e intelectual.
Es una maravilla entonces pertenecer a una sociedad que nos permite sintonizarnos con lo más puro y preciado que nos ha sido otorgado por la gracia de la vida, pero las cosas no son en realidad tan bonitas como parecen, preservar la libertad como un instinto propio del espíritu que nos posee, es sin duda una tarea que ejecutamos a cada momento de forma inconsciente y en otras de forma consciente, esta última porque depende de una decisión a la que estamos obligados a discernir rápidamente para elegir finalmente el camino que continúa preservando nuestra libertad, en el caso de la decisión inconsciente es nuestro espíritu como señalé, el que en algo así como en modo automático decide y lo hace siempre bajo el supuesto de su voluntad. Aquí me permito arbitraria y arrogantemente una separación en 2 de la voluntad, la del alma o espíritu y la racional dependiente de nuestra mente. Hasta este momento me he centrado principalmente en la libertad personal, pero, ¿Qué hay de la libertad interpersonal?, aquella que está sujeta a la interacción social o política, porque la descrita anteriormente es más bien filosófica o metafísica.
La libertad interpersonal es más complicada de preservar, porque requiere del concurso de muchos y además en mayoría para determinar el grado de libertad que está permitido. Para que ella pueda ser sustentable en el tiempo debe conciliar aspectos tan diversos y cuestionables si se quiere, como la moral, la ética, las costumbres y los valores, entonces así, ya no es tan sencillo definir libertad y por tanto resulta aún más complejo administrarla y preservarla, porque entra en juego el poder; cuando entra en escena este poderoso actor la cosa cambia ostensiblemente, ya no es trivial ni resulta tan objetivamente visible el concepto de libertad, porque aquello supone una lucha por la aceptación social y adicionalmente supone la valoración y cálculo de las libertades en conjunto, respecto de las que uno posee. Con todo lo que he agregado hasta estas precisas líneas, es importante acercarnos rápidamente a una definición que forma parte de la declaración universal de derechos humanos respecto de lo que conocemos como libertad y esta se refiere a la división entre "libertad de" y "libertad para".
Entiendo que la libertad en sí y sin una delimitación explícita de la voluntad propia, es decir, desligada de ella, puede caer en uno de 2 vicios, como expresión máxima de la grandeza o bien de la degradación.
Han pasado en la historia del hombre miles de años luchando por la libertad, sin embargo aún no es posible llevarla a un estado de perfección, pero que hemos mejorado, de aquello no hay duda, pero de que falta, también creo que falta mucho para llevarla a lo descrito en mi definición inicial. La libertad es sin duda un delicado fruto producto de civilizaciones que han madurado lo suficiente para hacerla sustentable en el tiempo.
Llevando el tema de la libertad al Estado que es finalmente donde quiero llegar, creo que su competencia se limita o debiera limitarse casi exclusivamente a definir una línea entre el bien y el mal, ambos entendidos como conceptos valóricos individual y socialmente aceptados, nada más que eso, por tanto al Estado le asiste un rol tangencial e indirecto respecto las ayudas que permiten la convivencia y el goce de las libertades, de forma tal que fomenta acciones que inciden positivamente en factores básicos de la convivencia, como lo son por ejemplo la seguridad, la justicia, la educación, la salud y la distribución de la riqueza, cualquier otra injerencia o participación activa la consideraría un retroceso a épocas muy antiguas, donde el Estado incluso se arrogaba competencias que no le correspondían como por ejemplo la libertad personal, ya en la Edad Media se había transitado hacia el otro extremo, donde poco y nada de autoridad tenía, pero tampoco existía el concepto de Estado, más bien estaba regido por los principios del señor feudal.
Hoy resulta que tenemos en algunos Estados un peligroso mix de ambos y hasta lleno de excesos. Dicho todo lo anterior, creo que la mejor forma de determinar el grado de libertad que posee un Estado, viene dado por el trato que le otorga o asigna a sus minorías. Creo entonces que al igual que Solón hizo en Grecia hace casi 3.000 años, la gente debe tener tanto poder como sea capaz de soportar, de esta forma el Estado queda inmune a los embates de un gobierno que sea arbitrario. Usted a esta altura debe estar pensando que soy fantasioso y cándido, que seguramente leer mucho no me ha hecho bien, bueno, créame que también lo he pensado de mí, pero finalmente estoy más cerca de afirmar que aquellos que lo plantearon hace tanto tiempo tenían razón y no porque haya transcurrido tanto tiempo la receta ya no sirve porque cambió la gente, la gente en sí no es el problema, lo es el nivel de educación, formación, participación e involucramiento que tiene respecto de la cuestión cívica, ese es a mi juicio lo relevante, puedo aún así estar equivocado y la invitación entonces es a encontrar la forma real, efectiva y sustentable de preservar nuestra libertad, la única que vale la pena, aquella que dependiendo de donde se pare a observarla ni se vende ni se compra, simplemente se defiende.
En estas horas aciagas, la libertad personal y colectiva es esencial, quiero terminar recordando a Kant:
"Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevas y crecientes cuánto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí", extracto de Crítica de la razón pura - Immanuel Kant, por tanto es la razón pura la que debe responder 2 preguntas, ¿Qué debo hacer? y ¿Qué puedo esperar si hago lo que debo?
Concuerdo plenamente en este magnífico análisis que haces sobre la libertad. Dadas las circunstancias que estamos viviendo, creo que retrocederemos y veremos nuestras libertades cada vez mas restringidas y pasadas a llevar. Desde hace tiempo están queriendo involucrarse hasta en la educación de nuestros hijos, lo mas preciado que tenemos y si ya no podemos elegir cómo educarlos, lo demás, para mí, es solo un adorno.
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