Autor: A PASO FIRME Nos hemos acostumbrado a ser testigos de impunes ataques y ofensas de inescrupulosos que simplemente disparan al bulto, con cero objetividad, más bien intencionadamente sin objetividad, es así como identifico inequívocamente a un sector de la izquierda política, aquella preocupada y ocupada permanentemente de generar odio y división; es así que cada día nos vemos enfrentados a situaciones que por supuesto los medios de comunicación, verdaderos amplificadores de agitadores políticos, se dedican a instalar con grandes titulares en todos los medios de que disponen, con ello obviamente capturan la atención de gente escasamente preparada, con bajos niveles de razonamiento y evidentemente muy limitados intelectualmente, es precisamente en ellos que todo tipo de acusaciones sin fundamento hace eco y actúa como caja de resonancia, amplificando el daño que una imputación carente de objetividad y muchas veces de veracidad termina imponiéndose como una verdad inobjetable y que a la hora de salir a desmentir o aclarar, termina por lo general empeorando la situación que dio origen.
Nos hemos acostumbrado a que se ataque a instituciones cuando en realidad son personas la que deben ser cuestionadas, en tanto y cuanto hayan cometido excesos que resulten cuestionables o inaceptables; enlodar conscientemente por el único gusto de dañar y crear conflicto es una actitud que sin duda debe estar ejemplificadoramente sancionada, no confundamos el genuino derecho a la libertad de expresión con un uso indiscriminado de ella sin considerar con ello la responsabilidad que asiste a quién ejecuta el acto, convirtiéndola en libertinaje.
Nos hemos acostumbrado que particularmente cuando la izquierda política es oposición, utiliza permanentemente el recurso de las acusaciones, se lanza la piedra y se esconde la mano, se agotan todo tipo de recursos en destruir imágenes de personas e instituciones; se acusa impunemente al gobierno por ejemplo de abusar de DD.HH., eso es muy peligroso porque una acusación de ese calibre supone una práctica organizada y sistemática establecida ex profeso para abusar, podríamos entender aquello de gobiernos como los encabezados por Chávez y Maduro en Venezuela, Milosevic en Serbia, Gadafi en Libia, Hitler en Alemania y los Castro o Díaz-Canel en Cuba por mencionar solamente algunos, donde sin duda alguna vez fue y es aún para los que todavía detentan el poder, una política sistemática del régimen el hecho cierto y comprobado de cometer todo tipo de abusos, persecuciones, genocidios y flagrantes atropellos a derechos a vista y paciencia de los mismos que hoy hacen gárgaras con los DD.HH.
Por cierto que medidas laxas respecto de controles y fiscalizaciones y más aún de duras sanciones a los que toda persona pública o políticamente expuesta debe estar sujeta, son el escenario ideal para algunos irresponsables y los hace susceptibles de llevar a cualquiera al sillón de los acusados, pero para ello primero se debe reunir los antecedentes, pruebas inequívocas y precisas que avalen y den sustento a una acusación, hoy acusar es casi un deporte nacional, porque no solamente se prejuzga por oídas, sino que se condena a priori, olvidando u omitiendo selectivamente el principio de inocencia que ampara a cualquier persona sin importar su condición, se es inocente mientras no se pruebe lo contrario.
¿Por qué es tan peligroso arrastrar a una institución o comunidad en hechos reñidos con la probidad o derechos fundamentales?, porque como en el caso de la comuna de San Ramón, por culpa del alcalde, son los mismos vecinos los que se sienten estigmatizados por el actuar de una persona, una autoridad, podría la comunidad completa serlo lejanamente si el 100% habilitado para votar lo hizo también en un 100% por él, pero sabemos que no es así, no pueden por uno, pagar todos.
A mi juicio las responsabilidades son individuales y la persecución de ellas en cualquier plano, ya sea moral, ético, social, político o judicial, en tanto no se establezca meridianamente que el acto deleznable que se persigue es el resultado de una práctica acordada, planificada y concertada verticalmente desde su máxima autoridad hasta la última, entonces la sanción debe ser particular y no general.
Preocupémonos y mejor aún ocupémonos de demandar en dotar a las instituciones de personas idóneas, probas y además responsables y eficientes, preocupémonos de impulsar medidas que signifiquen dotar cada vez más de transparencia el actuar de quienes con nuestros impuestos toman decisiones.
Seamos responsables y objetivos, juiciosos y discretos, informados y precisos, no disparemos al bulto, afinemos la puntería, porque una vez que se ha causado daño a un inocente, es tarde y el daño a esa altura pudiera ser irreparable.
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