Uno como ciudadano no tiene ni el
tiempo ni los recursos para ver quién ocupa qué puesto dentro de la
administración pública, solamente espera que estén los mejores, los que en
función de sus conocimientos, experiencia y méritos a través de concursos por alta
dirección pública tomen posición de cargos que son relevantes para el buen
funcionamiento de las instituciones. El nivel de nepotismo alcanzado no resiste ningún análisis, es sencillamente la
forma más grosera y burda de servirse del Estado.
El
“Manual de Transparencia y Probidad de la Administración del Estado”
(Descárguelo si quiere e infórmese:
Es bien claro respecto de los requisitos y prohibiciones, tal como lo detalla
en el capítulo 6 – Prevención de conflictos de intereses: Intereses propios y
familiares, regalos, uso de recursos públicos, contrataciones públicas y
litigios judiciales. Todo ello reforzando lo que nuestra Carta Fundamental ya
indica claramente.
Con
todo lo anterior, es razonable preguntarse y cuestionarse a la vez: ¿Qué parte
del Manual no comprenden? ¿Por qué insisten en llenar las vacantes con cónyuges,
hijos(as), cuñados(as), hermanos(as) y un largo etcétera que está
meridianamente delimitado? - ¿Para qué sirve un manual si no lo van a utilizar
y peor aún la Contraloría General de la República toma razón sin decir nada? –
Francamente el nivel de arbitrariedad es mayúsculo y grosero; Es reírse
descaradamente en nuestra cara y pensar que somos todos incultos, desprolijos,
indiferentes, apáticos. Somos capaces de pagar nuestros impuestos, patentes y
permisos con una rigurosidad envidiable en momentos de donde los embates de la
naturaleza han destrozado el país, sin embargo, no somos capaces de
preocuparnos, ni menos poner fin a estos abusos llenos de despotismo.
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