El desastre que hoy se vive en Chile,
reflejado en el bajo nivel de aceptación que tiene el presidente y prácticamente todo su gabinete, a mi juicio tiene muchos orígenes, sin embargo, en esta oportunidad me centraré exclusivamente en algo de lo que nosotros somos responsables y eso se llama: apatía ciudadana, en efecto, todo indica que cansados hace tiempo de ver siempre a
los mismos repartirse el poder, prefieren quedarse en la casa y no ir a ejercer
su derecho con un voto responsable. La gente al final del día piensa ¿Para qué
votar si no es el mejor? ¿Por qué votar por alguien que no me representa? ¿Para
qué votar si ya sabemos con quién transa? – Son preguntas por cierto muy válidas,
sin embargo, con ello olvidan que al no ir a votar permiten que se escoja a un
presidente/a de una nación con un universo de participación menor al 50% del
padrón electoral. ¿Qué representatividad puede tener cualquier gobernante con
semejante aprobación? ¿No le parece que no existe ninguna proporción que
otorgue representatividad? – Bueno, ese es el resultado de su apatía, de su
falta de civilidad, de su falta de compromiso e involucramiento respecto de
entender que lo que usted deja de hacer SÍ
lo afecta directamente a usted y a todo el país. Los que se abstienen de ir a
votar causan más perjuicio que aquellos que votan en blanco o nulo, porque al
menos van y dicen en las urnas que tal o cual candidato(a) no los representa.
Insisto en que debemos reformar nuestro sistema electoral, ningún candidato
puede salir electo si no ha votado al menos el 75% del electorado total, con
voto voluntario, de otra forma sería mejor incluso volver al voto obligatorio, pero
¿por qué obligar a la gente a hacerse responsable cívicamente?
Si
en las próximas elecciones presidenciales vuelve a ocurrir lo mismo, porque los
candidatos se repiten y otra vez, entonces veremos los mismos rostros de siempre, no se
extrañe que buenos y nuevos candidatos que a su vez representen ideas
innovadoras (no populistas), con un programa de gobierno consistente con la
realidad económica y social del país (Para qué estamos con cosas, si al final todo pasa
por dinero para invertir) se pierdan en el camino de las buenas intenciones.
Mi
invitación es a seguir interesándonos día a día por lo que hacen y dejan de
hacer nuestros políticos, seguir denunciando responsablemente en medios
de comunicación y redes sociales a los corruptos y a los abusadores del
sistema. Si bien la afirmación anterior parece perfecta, lógica y de sentido común respecto de expresarse
en redes sociales, la verdadera expresión la debemos dar en las urnas. Nada de
recibir regalos de los candidatos a cambio de nuestro voto, lo dije antes y lo
sigo sosteniendo: Si los políticos
y candidatos a algo realmente quieren ganarse nuestra confianza, primero
deberán mostrarnos la suya a cambio.
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