Artículo escrito por: A PASO FIRME
Si pensamos que quizá la máxima aspiración del Ser Humano es ser feliz, ella no se puede alcanzar en soledad y lo veo con absoluta nitidez, la soledad conspira contra la felicidad, sin interacción social no es posible ser feliz, distinto es sentirse temporalmente feliz o lo que se conoce como felicidad momentánea, ya sea porque hemos decidido aislarnos para encontrarnos o reencontrarnos con nuestro ser o simplemente porque experimentamos o disfrutamos en el ahora y el hoy de algo que nos ha generado esta felicidad, ella nos permite una revisión o una evaluación de lo alcanzado hasta ese momento, es decir, lo hace con la mirada puesta en el pasado, sin embargo la felicidad a que se aspira se hace con la mirada puesta en un objetivo que se encuentra en el futuro y respecto de la cual trazamos o intentamos trazar un camino que nos permita alcanzar la felicidad
Dicen que nacemos solos y morimos solos, quiénes lo sostienen y me niego a aceptarlo, no están viendo el cuadro completo y más bien se centran en un instante sutil y mágico determinado por el abrir y cerrar de ojos de uno y otro momento distante en el tiempo, no importa cuánto, pero distante. No nacemos solos, nos desprendemos físicamente de nuestra primera morada en esta vida y nos recibe nuestra madre, quién lo hace en un sobrecogedor abrazo que vuelve a unirnos, esta vez de forma diferente, nos conoceremos y aprenderemos a conocernos cada día hasta que uno de los dos se extinga. Respecto de la muerte, la muerte no es más que el último tránsito que forma parte de la vida y sí, quizá algunos lleguemos a morir solos, pero será breve y efímero, porque al instante siguiente estaremos de vuelta en el universo con nuestro creador. Esto me recordó algo que aprendí hace muchísimos años y dice así, "Si bien sabré que estoy vivo hasta mi último suspiro, más no sabré que estoy muerto después de el", y claro, tenemos conciencia exclusivamente de nuestra vida y no de nuestra muerte, pero esa es otra historia.
Lo que está entre los dos momentos claves de nuestra existencia es lo que me motiva a desarrollar en esta reflexión, particularmente aquella que dice con la soledad en tiempos de crisis, es que las medidas sanitarias para enfrentar la pandemia han modificado nuestro comportamiento y lo han hecho en contra de nuestra voluntad. No todos tenemos la fortuna de estar afrontando estos duros momentos en compañía, por tanto si ya puede resultar una dura experiencia estar solo, por opción o consecuencia de la vida, más duro resulta además hacerlo en condiciones de confinamiento, porque por último si se estaba solo, estaba la posibilidad de salir a trabajar con relativa normalidad, o de alguna forma estaba la posibilidad de relacionarse con el entorno que proporciona salir a una plaza, una compra y/o trámite habitual o simplemente salir a caminar. Que paradoja dejar solos a nuestros adultos mayores para cuidarlos.
Una persona a quién estimo mucho se le planteó la siguiente inquietud respecto de lo que es la soledad y me señaló, "sólo te podría decir que no es el hecho de ser el único en tu espacio, en tu mundo, sino que es la ausencia de la opción de: con quién compartir, no hay otra respiración cerca tuyo y no necesariamente de noche, sino que en todo momento estás por ti mismo", esta profunda reflexión es justamente a la que me refiero, la ausencia de opción, esa capacidad de decidir un algo con un propósito que conduce finalmente a la felicidad, estar en soledad es como estar amputado de alguna extremidad, algo falta y nuestra alma que ha venido a experienciar, lo sabe.
Sociabilizar es hacer amistad y la amistad que es esa relación de afecto, simpatía y confianza que se establece entre personas que no son familia, implica una cuota de amor por compartir con otro las vivencias, alegrías, penas, dudas, temores, experiencias y quizá momentos en que en soledad hemos cavilado sobre situaciones que necesariamente para que tengan un contexto o explicación se deben tratar con otro, pero eso en tiempos de crisis la soledad conspira, porque la ausencia de contacto físico no puede ser suplida por un contacto virtual, no está eso tan importante que es mirar a los ojos al interlocutor, ver ese gesto no verbal, corporal y postural que a veces dice más que las propias palabras.
Con todo lo anterior, la soledad sin duda es un problema que puede llegar a ser grave y debe ser atendida para corregirse, porque no es lo mismo la soledad que está circunscrita a un tiempo donde es posible predecir cuándo comenzará y cuándo terminará; tampoco es lo mismo la soledad transitoria, que es por breves intervalos de tiempo y por ejemplo como resultado de una discusión o decepción y por ella es que hemos decidido aislarnos temporalmente; por otro lado está la soledad autoimpuesta y que la entiendo como aquella opción de aislamiento que se ha tomado como elemento definitorio para el resto de nuestra existencia, por ejemplo aquella que nace de la religiosidad, que por último tampoco es una soledad, toda vez que busca alcanzar el amor y la felicidad a través del sacrificio personal en beneficio de la dedicación y devoción divina; en esta soledad autoimpuesta también convive aquella soledad que es el resultado de actitudes misántropas o de desconfianza en los demás, pero eso es otro tema.
La soledad sin duda que es muy compleja de analizar, ya hemos visto que hay múltiples tipos de soledad, a mayor abundamiento por ejemplo está la soledad existencial, que es aquella que más bien se entiende como un estado en el que la emoción de la soledad se mezcla con la duda existencial de un "para qué se vive y para qué nos conectamos con otros", menuda reflexión aquella, porque está poniendo en duda el sentido de la propia vida, algo que termina desconectándonos del entorno.
Hay finalmente una soledad que es sin duda un problema en sí misma y es la soledad psicopatológica, que vendría siendo algo así como la suma de todas las soledades, pero ya con rasgos y características de desgaste de la salud mental y que finalmente nos aíslan de la realidad, pero eso también es otro tema.
No ahondo mucho en temas para los cuales es necesario tener una formación particular sobre el tema, tampoco pretendo que el texto parezca un cliché, esto es más bien una mirada de sentido común respecto de lo que por experiencias propias y de mi entorno visualizo, es que en alguna medida he experimentado algunas de ellas o he compartido con personas que experimentan la soledad, siendo a mi juicio esta soledad en tiempos de crisis la que contribuye a desarrollar o funciona como campo fértil para cualesquiera de las descritas y eso me preocupa profundamente; dicen que más que preocuparse hay que ocuparse, no pidamos tanto cuando las condiciones de desplazamiento y confinamiento no nos permiten hacer mucho.
La pandemia dejará una larga estela de desgracias, más allá de las relacionadas con sus efectos directos y que en caso de contraer el virus van desde leves secuelas a otras importantes que pudieran afectar el normal desarrollo de la vida futura, hasta inclusive la muerte como el más directo y letal de sus efectos.
Sólo puedo agregar que esta soledad en tiempos de crisis nos ha privado del contacto, del abrazo, del beso cariñoso y afectivo al que estábamos acostumbrados, retomar aquello en algún futuro será muy difícil, estará presente la desconfianza de contraer este virus que llegó para quedarse y con ello para modificar nuestro comportamiento. Ver padres que no abrazan y/o besan a sus hijos sin antes tomar una serie de precauciones, de verdad que duele, no sentir aquella muestra de amor que se expresa al fundirse en un abrazo o simplemente un buen apretón de manos, de verdad que se extraña y duele. No es menos cierto que también esta soledad nos ha permitido hacer cosas que bajo otras condiciones sencillamente pasábamos por alto, pero eso es muy diferente, porque si no lo hicimos por voluntad, no resulta muy atractivo hacerlo por obligación, sólo espero que la soledad en tiempos de crisis no redefina al amor.
Comencé recordando a Aristóteles y finalizaré profundizando en algo aún más determinante, la soledad per se, entendida como aquella que por opción nos aísla y junto a ella la soledad en tiempos de crisis, ambas modifican el comportamiento al punto de riesgo de convertirnos en un Dios o una bestia, la primera es más improbable que la segunda.
Muy cierto. Inmaninate los niños y adolescentes. Los niños que su experiencia y aprendizaje se basa en el contacto con sus pares y con el mundo. Los adolescentes que necesitan el contacto con los otros para reafirmar sus identidad. Todos estos aprendizaje truncados por la pandemia. Y dicen que ahora se viene lo peor. Cariños
ResponderEliminarEs interesante y muy cierto lo que usted dice. Sin duda que la soledad forzada modifica el comportamiento, pero no hemos descubierto todavía es si ese cambio será permanente o no.
ResponderEliminarCreo también que morimos solos, pero por propia elección, como un viajero que, aunque esté acompañado de familiares antes de subir al avión, ya no tiene la mente en la tierra sino en el viaje mismo.
Tiene razón al definir a los seres humanos como seres sociales. Me imagino que desde los primeros tiempos, los hombres se juntaban para protegerse del frío y de los peligros y siempre se ha considerado a los ermitaños (que los ha habido y los hay) como una rareza.
De todos modos, la tecnología está produciendo cambios tan grandes en nuestro comportamiento y estructuras mentales, que es difícil imaginar dónde terminarán. Finalmente, son la familia y los afectos cercanos los que nos sustentan en ese lapso que usted menciona, entre el nacimiento y la muerte y también después.
Me siento muy identificada con tu excelente análisis sobre la soledad en tiempos de crisis, es una reflexión profunda y que cala. Gracias Rodolfo!
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