El nivel de deterioro y
decadencia social de nuestro país es sencillamente aberrante, una pérdida y
extravío mayúsculo de todo el respeto por la convivencia humana en sociedad,
una enfermedad que más bien tiene caracteres de epidemia, en efecto, no hay
ciudad o pueblo en Chile donde la apacigua vida no haya sido alterada por la
inseguridad, cuesta llevar una vida normal y apacible que permita el libre
tránsito, sin el riesgo a ser violentado por delincuentes que parecen haber
encontrado en el delito una forma natural de vida. Es que ya no se trata
solamente de enfrentarse a la fauna que florece cuando comienza el anochecer, es
un tema que no conoce de horarios, nuestra exposición al riesgo es tan extensa
como es posible tanto de día como de noche. Lejanos parecen aquellos tiempos
donde dejar tu bicicleta apoyada a la entrada de casa era sinónimo de tranquilidad
y absoluta confianza, te cansabas de pedalear y la dejabas tirada o apoyada
frente a tu puerta, entrabas a tomar agua y tomar un respiro, a veces incluso
te olvidabas de ella y sin embargo, ahí estaba cuando te acordabas; hoy eso es
imposible, un impensado.
Nuestra
seguridad está completamente en entredicho, resulta estresante siquiera salir a
la calle a hacer la más simple y cotidiana de nuestras actividades, hoy lo piensas
2 veces antes de llegar y lanzarte a lo que puede ser la aventura más
complicada y difícil de enfrentar; qué decir de nuestros hijos cuando salen a
reunirse con sus amigos a compartir, la angustia que en muchos casos genera esa
pesada incertidumbre de saber si estará bien que hayan salido, si es correcto
que haya decidido explorar el mundo con tanta confianza, es que nuestro
deterioro social y la decadencia que todo este cambio y nuevos tiempos nos ha traído,
son sin duda situaciones que nos obligan a replantearnos en nuestro diario
quehacer.
Capítulo
aparte merece el hecho que no solamente seamos eventualmente violentados y
sobrevivamos, está incluso en juego nuestra propia vida, morir a manos de un
angustiado por las drogas, el alcohol o simplemente a manos de alguien que ha
perdido todo respeto y dignidad por la vida, despreciándola de tal forma que le
es indiferente quitarla sin necesidad de provocación…qué fuerte y violento
resulta siquiera imaginarlo, la maldad más viva que nunca.
Hay tanto
más sobre lo que podría añadir, sin embargo, no soy capaz, comienzan a circular
en mi mente imágenes y situaciones aberrantes, impensadas, pero tan posibles de
que ocurran, no quiero, no puedo seguir escribiendo sobre esto, la angustia que
me genera el hecho de saber que hay tanta decadencia me lo impiden, lo siento,
no puedo continuar. ¿Será que he perdido la fe en el Ser Humano?...ojalá que no, pero no lo tengo tan claro.
"La senda que lleva al paraíso comienza en el infierno" - Dante Alighieri.
"La senda que lleva al paraíso comienza en el infierno" - Dante Alighieri.
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